Apenas llegamos a la oficina de Laura Arañó nos dimos cuenta de la seriedad del trabajo. Ella, curadora del Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana, inmediatamente nos pareció muy amigable, una persona muy interesante y llena de conocimientos.
Comenzamos hablando sobre el proyecto Musécole, sus participantes y nuestras experiencias pasadas con otros artistas. Motivadas por la curiosidad no dudamos en comenzar con nuestra entrevista.
¿Cómo es un día típico en su trabajo?
Hay dos días típicos: cuando hay que montar exposiciones y cuando hay trabajo de mesa. De manera general, el curador de un museo que trabaja con una colección lleva mucho tiempo preparándola porque hay que estudiar muy a fondo cada obra que la compone y, a la vez, el contexto del arte de este periodo o periodos determinados. Entonces se puede decir que hay mucho trabajo de oficina o, mejor dicho, de biblioteca, de archivo, de mirar obras en almacenes. Por eso un día típico puede ser pasarse cinco o seis horas en el gabinete viendo estampas y dibujos, después ir al almacén, sacar los archivos y estar en la biblioteca. Todo esto es el trabajo previo antes de montar una exposición.
Otra jornada típica es cuando hay montaje de una muestra. Todo el día estamos en función de decidir la museografía que determina cómo se cuelgan las obras en el espacio para que se vean bien. Puede sonar un poco superficial, pero en realidad una exposición es un acto visual y por lo tanto es importante que las obras entre ellas se sientan cómodas a la vista de todos los espectadores. Por último, podemos decir que hay un día típico intermedio que ocurre entre el momento en que se estudia y el día en que la exposición llega a la sala, en que está todo el proceso final de la selección de las obras que van a ser expuestas. En este momento intervienen varios departamentos que son fundamentales para llevar a cabo este proceso como los restauradores y el departamento de conservación.
¿Qué ha estudiado para llegar a este nivel? ¿Siempre quiso ser curadora?
Estudié Historia del Arte en la Universidad de La Habana, después hice un máster en Historia del Arte y, por último, me especialicé en museología, que es la ciencia de los museos. Fue mi segunda opción porque desde chiquita siempre había querido ser escritora y en el preuniversitario me decidí a estudiar Filología, pero después de las Pruebas de Ingreso terminé estudiando mi segunda opción, Historia del Arte. Cuando finalmente entré en la carrera me enamoré completamente.
Fueron muy inspiradoras sus palabras pues es importante para nosotras saber que es posible encontrar nuestra pasión y lograr hacer un trabajo que nos puede motivar.
¿Usted se considera una artista o solo una persona que da visibilidad a las obras de otros?
No sé bien qué responderles. Nosotros dentro del gremio bromeamos mucho con este asunto. Yo creo que en alguna manera sí, una curia es una obra de autor. El curador muchas veces es invisible porque, por supuesto, el artista es el creador, el primer protagonista de una exposición. Sin embargo, es muy importante este trabajo de selección de obras, de estudio de su trabajo y de diálogo con los artistas para que entiendan qué podría ser más adecuado para una determinada muestra. Definitivamente sí, yo creo que de alguna manera somos artistas, aunque muchas veces queda invisibilizado nuestro trabajo y siempre recaiga la mayor relevancia en el artista.
“Yo creo que de alguna manera somos artistas”
Laura Arañó
¿Le gustaría ser más reconocida?
No como reconocimiento personal para mí, pero sí creo que es una profesión que ha sido pasada por alto. Yo creo que muy pocas personas saben en qué consiste el trabajo de una curadora. Hay un desconocimiento sobre la profesión y la carrera. Como todo el mundo sabe a qué se dedica un médico o un profesor, la curaduría también es una profesión muy importante. Existieron profesionales a través de los cuales conocemos la historia del arte hoy. Una persona quiso decir por qué era importante Picasso o la Mona Lisa y gracias a ellas y a lo que escribieron sintezando y curando la historia del arte, seleccionando entre los artistas y sus obras, tenemos hoy una construcción cultural. En este sentido creo que es importante que tengamos un conocimiento básico sobre el trabajo que hace quien cura una muestra.
¿Qué le aportó su estancia en París desde el punto de vista profesional?
Esta ciudad y en particular la Escuela de Louvre significan una experiencia muy importante para mí, pues fue mi segunda casa universitaria. Tuve la oportunidad de visitar otros espacios y museos. Francia es un lugar muy privilegiado en el campo de la museología y para mí ha sido fundamental como experiencia profesional y personal.
¿Cree que el mundo de los curadores es más de hombres que de mujeres?
En Cuba no, pero a nivel internacional sí. Es un mundo que está dominado fundamentalmente por hombres y es un poco paradójico porque hay muchas más mujeres que estudian asuntos relacionados con la historia del arte que hombres, sin embargo, resultan ser ellos los que se ven mayoritamente. A veces pasan cosas extraordinarias como que actualmente, por primera vez el Museo del Louvre tiene una directora mujer. Es un museo que tiene siglos de historia y ella es la primera.
Seguimos hablando un poco sobre varios aspectos de su vida y después nos despedimos. Realmente fue una experiencia muy interesante, divertida e instructiva que nos enseñó mucho sobre el misterioso trabajo de la curaduría y la vida de Laura Arañó.